martes, 23 de marzo de 2010
No he recibido tu contestación. Tal vez porque mi carta nunca llegó. Si consigues leerme apresúrate en escribir, no dejes que la duda de tu bienestar consuma todas la horas de mi día.
Sigo sin saber qué pensar. Encontré al Doctor Fonda y nos reunimos en el Folies Trevise, pero nada fue normal. Tenía otras expectavivas sobre nuestra cita. El comportamiento de un personaje de tal renombre me sorprendió, parecía un niño caprichoso sin conciencia sobre el límite de las cosas. Se pasó toda la velada hablando de pájaros y de nubes. Tal vez hubiera preferido que fuera un fantasma y su historia no fuera real. El trabajo aquí va a ser más difícil. Tardaré más tiempo del pensado en salir de Paris. Algo le ha pasado al Doctor Fonda que hace que se comporte como un niño, me niego a pensar que siempre haya sido así. No me fio de ese ingeniero amigo suyo, tendré que vigilarle de cerca. Me cuesta confiar en los amigos que tengo en esta ciudad, quizá me vuelva paranoica, pero todo aparenta ser sospechoso. Hasta que tenga pruebas actuaré con normalidad.
No quiero pensar que escribo estas letras en vano, quiero pensar que algún día las leerás. En los Cafés se comentan cosas a las que no quiero dar crédito, ojalá se equivoquen y todo vaya bien.
Atentamente. V.
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